15/1/11

PARA ORAR: del 16 al 22 de Enero

DOMINGO 16 DE ENERO

Primera Lectura:
Salmo Responsorial:
Segunda Lectura:
Evangelio:

  1. Juan da testimonio de lo que ha visto. Dice: "He contemplado... Yo lo he visto". Lo que ha visto le lleva a confesar a Jesús como Cordero de Dios e Hijo de Dios. Según tu experiencia de Jesús, según lo que has "visto, oído, palpado" de Él, ¿con qué palabras lo confesarías delante de los hombres: Hijo de Dios, Señor, Maestro, Pastor, Salvador...?

  2. El bautismo de Jesús es un bautismo con Espíritu Santo, es sumergirse en el Espíritu para salir transformado en hijo/hija de Dios. Como cristiano/a: ¿te sientes verdadero hijo de Dios? ¿Qué sentimientos y actitudes engendra en ti esta relación filial con Dios?


    Oramos el evangelio

Cada vez que oramos ante Jesús Eucaristía, que es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, traemos con nosotros el sufrimiento, el pecado y las tinieblas de la humanidad, para que el Señor ponga Vida y Salvación allí donde hay pecado y muerte. Por ello rezamos la siguiente oración de intercesión por toda la humanidad herida:


Señor Jesús, cada vez que venimos a adorarte hecho Pan

bendecido, roto y entregado para la vida del mundo,

en lo profundo, hacemos un acto de fe:

“Ahí estás tú, Señor.

Ese Cordero eres Tú, Cristo nuestro”.


Y hemos pensado un instante en el inmenso pecado del mundo.

¿Será posible, Señor, quitar tanto pecado?

El Espíritu Santo nos recuerda lo que Tú nos has dicho:

“He venido para que tengan vida y vida abundante”.

Y entonces la fe se despierta y cree que sí,

que tu amor es más fuerte que la muerte y que el mal.


En este momento te miramos a ti, Señor,

entregado en nuestras manos para ser nuestro alimento.

Y en tu Pan, te contemplamos lavando los pies como un siervo,

perdonando pecados,

curando enfermedades y dolencias,

enseñando al que tiene hambre de verdad...


Te miramos a ti, entregado a la muerte,

y una muerte de cruz, por amor a nosotros.

Y hacemos nuestras las palabras de Isaías:

“Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores...”

Él fue traspasado por nuestras rebeliones,

triturado por nuestros crímenes...

Sus cicatrices nos curaron...

Maltratado, voluntariamente se humillaba

y no habría la boca,

como un cordero llevado al matadero”

¡Cuánto perdón ofreces continuamente, Señor!


Tú sigues presente en cada ser humano;

haces tuyo su quebranto,

y le brindas tu descanso y fortaleza.

Tú nos invitas a suprimir contigo todo mal;

y para eso nos alimentas con tu pan y con tu vida,

y nos aseguras tu perdón infatigable.


Gracias, Señor.

Que no nos deje nunca la esperanza de superar todo el mal,

aunque sea más allá de las fronteras de la muerte.


(Inspirada en una oración de Rufo González Pérez, revista Homilética)

LUNES 17 DE ENERO

Primera Lectura: Hebreos 5:1-10
Salmo Responsorial: Salmo 110:1-4
Evangelio: Marcos 2:18-22

Meditación:
El Evangelio habla de una cierta novedad: “tela nueva”, “vino nuevo”, “odres nuevos”… Es que Jesús nos llama a dejar lo viejo, lo desgastado, la rutina; en resumen, nos invita a desprendernos de aquel espíritu deteriorado y débil con el que a veces vivimos nuestra fe. El Señor nos llama a más, a estar en acto de entrega y en pie de lucha. A vivir con el espíritu de lo “nuevo”, es decir, con un amor y un fervor siempre renovado. El cristianismo no es solamente una comunicación de contenidos que se pueden saber. No, el Evangelio es una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. Quien es cristiano vive de otra manera porque se le ha dado una vida nueva. El amor a Jesús ha de ser constantemente “nuevo”, en sentido dinámico y activo. Nuestra fe ha de ser transformante. Para que nuestro amor a Dios sea nuevo cada día debe alimentarse en la oración y en los sacramentos. Pidámosle al Señor la gracia para que nos ayude a renovar nuestro amor a Él.

· ¿Cómo vivimos nuestra fe?

· ¿A qué Cristo seguimos?

Propósito para vivir el día:

Porque el amor al Señor quiere decir imitación, me haré un programa de vida espiritual para adquirir esa virtud que más me haga imitar a Jesucristo.

Diálogo con Cristo:
Señor, ayúdame a tejer mi fidelidad por medio de cada nuevo “sí” a tu amor. Ayúdame a buscar continuamente la renovación interior consciente de la trascendencia de mi transformación, porque sé, Señor, que con hombres y mujeres dispuestos, tú puedes transformar y cambiar el mundo.


MARTES 18 DE ENERO

Primera Lectura: Hebreos 6:10-20
Salmo Responsorial: Salmo 111:1-2, 4-5, 9-10

Evangelio: Marcos 2:23-28


“¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre?”, esta frase del evangelio de hoy me hace pensar que Jesús no hablaba sin motivo, no perdía el tiempo en discusiones vacuas y cortaba rápidamente las interminables disquisiciones de fariseos, ancianos y doctores de la ley. Cuando leemos este evangelio en seguida nos quedamos con la frasecita “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado” y le damos vueltas y vueltas como una noria descontrolada. Está muy bien, es Palabra de Dios, pero repitamos la primera frase del comentario de hoy: “¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre?”. Cuando Jesús pone este ejemplo sería seguramente porque los discípulos y el mismo Señor se veían faltos y con hambre y, picoteando espigas, engañaban al estómago. ¿Has pensado alguna vez la dureza de la vida de Cristo y de los que le seguían?, “las zorras tienen madrigueras, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Cuando se ve una película de la vida de Cristo o se lee someramente el Evangelio parece que esperamos lo trágico, patético, triste y doloroso para el final, lo posponemos para la pasión donde todos (casi) huyen, pero ¿y antes?: Imagínate caminatas bajo el sol abrasador, noches gélidas al raso, días de mucho y vísperas de poco, escuchar peticiones y súplicas de los desheredados, enfermos, endemoniados, aguantar el desprecio de los satisfechos, muchos días añorando épocas pasadas tal vez más cómodas o con más seguridades pero, a pesar de todo, … “¿A dónde iremos, Tú tienes palabras de vida eterna?”.

· Cristo se hizo hombre por mí, para salvarme. ¿Qué he hecho por Cristo hasta ahora?

· ¿Qué estoy dispuesto a hacer por Cristo?

Propósito:

No se te olvide que estamos en la semana de Oración por la unidad de los cristianos, pedid por la unidad de los cristianos.


MIÉRCOLES 19 DE ENERO

Primera Lectura: Hebreos 7:1-3, 15-17
Salmo Responsorial: Salmo 110:1-4
Evangelio: Marcos 3:1-6

Los fariseos espiaban a Jesús. Se fijaban en el cumplimiento de la regla más que en el amor a Dios. El Señor rompe con sus esquemas y les llama a vivir una fidelidad nueva que ponga por encima de la ley, la caridad. De igual modo, Cristo nos invita a romper con nuestros modos de vivir y a empezar a hacer todo motivados por el amor a Él. ¿Seré fiel hoy a la llamada de Jesús o como los fariseos rechazaré en la práctica su mensaje? El Señor nos llama a practicar una caridad universal y delicada, a tiempo y a destiempo, que no se reserve nada, que se brinde a todos, que hable positivamente de todos… Seguir a Cristo, predicarlo y transmitirlo significa pasar, como Él, haciendo el bien. Estemos atentos para no conformarnos con poco. Hay que dedicarse a trabajar por los demás con gran generosidad y abnegación. ¡No nos cansemos nunca de hacer el bien!

Para cada cristiano la caridad es el alma de la misión, el motor de las obras apostólicas y lo que da fuerza al testimonio.

Propósito:

Responder con generosidad ante las necesidades de los demás, de mi país y de la Iglesia.

Diálogo con Cristo:

Hazme comprender, Jesús, que mi misión se resume en vivir tu amor mediante la práctica auténtica y generosa de la caridad, que mi tarea no es otra que la de predicar y dar a conocer tu amor. Dame la fuerza para empeñarme en esta tarea sin distraerme con otras cosas.



JUEVES 20 DE ENERO

Primera Lectura: Hebreos 7:25 -- 8:6
Salmo Responsorial: Salmo 40:7-10, 17

Evangelio: Marcos 3:7-12

Meditación:

El evangelista san Marcos es muy elocuente. Nos habla de que Jesús era seguido por una muchedumbre. Eran tantos los que se le acercaban que estaban a punto de aplastarlo… ¿Y ahora? ¿La distancia de dos mil años ha difuminado la figura de Jesucristo? No. Cristo sigue siendo la respuesta definitiva y completa a nuestros más profundos anhelos y aspiraciones, a nuestra hambre de felicidad. Sólo Cristo tiene palabras de vida eterna. Sólo Cristo es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Es imposible no amar el bien, no amar la bondad misma, no amar la belleza misma, no amar a Aquel que se ha donado a nosotros totalmente. ¡Los hombres caeríamos de rodillas ante Cristo si realmente le conociéramos! ¿No será que Cristo es poco amado y poco seguido, porque tiene pocos apóstoles que sepan presentar la belleza de su amor? He ahí nuestra misión: dar a conocer a Cristo. Predicar a Cristo.

Si verdaderamente creemos que Cristo es el Hijo de Dios encarnado, si de verdad creemos que sólo en Cristo el hombre halla la plenitud de su vocación y su felicidad, entonces no dudaremos en proclamarlo en toda su belleza y también en toda la exigencia de su doctrina. Demos a conocer a Cristo de persona a persona.

Propósito:
Reunir a un grupo de amigos y proponerles el comprometernos con algún apostolado para llevar a Cristo a los demás.


Diálogo con Cristo:

Jesús, que no salga de esta oración sin ser profundamente tocado por ti porque sólo si te llevo dentro podré arrastrar a otros hacia ti.


VIERNES 21 DE ENERO


Primera Lectura: Hebreos 8:6-13
Salmo Responsorial: Salmo 85:8,10-14
Evangelio: Marcos 3:13-19

Meditación:

Jesús llamó a los Doce para que estuvieran con Él y nos llama también a los cristianos a vivir ese estilo de vida lleno de oración, pues este es el requisito para predicar el evangelio. Este pasaje nos hace ver que, con la elección de los Doce, Jesús edifica su Iglesia. La Iglesia no es una organización social creada por los cristianos, sino una institución fundada por Cristo. Es su presencia en el mundo. Él es la fuente de la estructura de la Iglesia, Él le ha dado su autoridad y misión. Por ella corren los ríos de la gracia y de la Redención. El quiere llegar a todos los hombres de todos los tiempos, mediante su Iglesia. Por eso, la fe en la Iglesia es inseparable de la fe en Dios Trino.

El amor a la Iglesia es parte esencial de nuestra vocación como cristianos . Debemos estar dispuestos a ser fieles a la Iglesia y al Papa en todo, porque estar con comunión con ellos es estar en comunión con Cristo.

Propósito:
Ofrecerme a ayudar a mi párroco en algún apostolado.

Diálogo con Cristo:
Señor, ayúdame a descubrir qué quieres de mí…


SÁBADO 22 DE ENERO

Primera Lectura: Hebreos 9:2-3, 11-14
Salmo Responsorial: Salmo 47:2-3, 6-9
Evangelio: Marcos 3:20-21


Meditación:

Según la narración de san Marcos, los parientes de Jesús no reconocieron su verdadera identidad. Se preguntaban cómo era posible que alguien que habían visto crecer en su familia se tuviera por Mesías. Para ellos, ese Jesús vivo y concreto era simplemente humano. Y nosotros, ¿conocemos realmente al Señor? No nos podemos quedar con una visión a medias de Él, no podemos conformarnos con un conocimiento superficial, aprendido en algunas clases de catecismo. Hace falta que le pidamos a Jesús el don del conocimiento experimental de su Corazón y que ahí, de rodillas, profundicemos en el punto central de nuestra fe: Jesucristo es Dios. No se trata de un mero descubrimiento intelectual, sino de una unión íntima y personal. La vida cotidiana nos revela que el primer efecto del amor es el olvido de sí y la creciente preocupación por la persona amada. Lo mismo pasa con Jesús, quien lo conoce de verdad, lo ama, lo imita y lo sigue. Que Cristo llegue a ser nuestro gran amigo, nuestro compañero y la gran razón de nuestra existencia.

Reflexión apostólica:
El amor a Cristo no puede permanecer estático en nosotros, nos ha de llevar a la entrega desinteresada y a la donación. Comencemos por dedicar más tiempo A CONOCER A Cristo a través de su palabra y vivamos con delicadeza la caridad.

Propósito:
Leer todos los días un capítulo del evangelio.
Diálogo con Cristo:

Gracias Señor por estos momentos de oración que me has concedido. Te pido la gracia más importante: la de amarte con un amor real, personal, apasionado y fiel. Que seas Tú mi criterio, mi centro y el modelo de mi vida.


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