23/1/11

PARA ORAR: del 24 al 29 de Enero

Lunes, enero 24, 2011
San Francisco de Sales, Obispo, Doctor de la Iglesia (Memoria)

Primera Lectura:
Salmo Responsorial:
Evangelio:

Hebreos 9:15, 24-28
Salmo 98:1-6
Marcos 3:22-30

Meditación:

La página del evangelio nos dice que si un reino está dividido no puede subsistir. La unidad de la Iglesia es un deseo de Cristo. ¿Qué es lo que nos divide a los cristianos? Lo que nos separa de Cristo. El pecado por ejemplo, particularmente aquellos que hieren la caridad y la obediencia, porque nos aíslan de los demás miembros del cuerpo de Cristo y nos alejan de los representantes del Señor. Los primeros cristianos nos dan ejemplo de cómo vivir la unidad. Ellos superaron las barreras sociales, económicas o culturales. Todo lo que poseían lo ponían en común con generosidad, rezaban por los demás y se animaban unos a otros a perseverar en la fe en Jesucristo. ¿Vivimos así como ellos? No nos permitamos herir nunca la unidad. Que todas nuestras palabras sean para construir la caridad. No accedamos jamás a hablar mal de nadie y perdonemos siempre. Aunque suene fuerte decirlo, vale la pena meditar en que la caridad es el signo de los discípulos de Cristo y la maledicencia lo es de los hijos de Satanás.


Propósito:
Hoy cuidaré el uso de mi lengua. Buscaré hablar con verdad, con prudencia y con caridad.


Diálogo con Cristo:
Jesús, tú me pides amar a los demás por medio de la palabra. Ayúdame a cultivar la bondad de corazón para poder pensar y hablar siempre bien de los demás, porque para eso he nacido, para ser propagador del bien y así extender tu Reino.

Martes, enero 25, 2011
La Conversión del Apóstol San Pablo, Apóstol (Fiesta)

Primera Lectura:
Salmo Responsorial:
Evangelio:

Hechos 22:3-16 o 9:1-22
Salmo 117:1-2
Marcos 16:15-18

Meditación

El texto narra parte de la conversión de Pablo (Saulo). Jesús le cuestiona su conducta de persecución hacia el movimiento religioso por Él fundado.
Pablo no conoció en vida a Jesús, aunque fue su contemporáneo. Nació en el año 5 en Tarso. Fue un judío bien formado. Cuando tenía alrededor de 30 años va a Jerusalén y se percata de que la religión de sus padres estaba siendo desplazada por una nueva, el cristianismo. Celoso ante tal situación se convirtió en un enemigo resuelto de la nueva fe, hasta que Jesús le “llama la atención” y lo convierte en el principal propagador del Evangelio en el mundo pagano de aquella época. Dios quiso hacer de Pablo un gran apóstol y lo dotó de una especialísima inteligencia cristiana, sin importar sus antecedentes. Dios lo amó y se le manifestó para su salvación, lo cual fue motivo de un cambio radical de rumbo. ¿Cuándo y de qué forma nos llamó a ti y a mí, Jesucristo? Podría ser bueno hoy recordarlo y comprobar si estamos efectivamente respondiendo a su llamada, Si somos fieles a nuestros cinco compromisos del GOSP o si por el contrario ando algo despistado.

Propósito
Seré delicado en el trato con los demás.

Miércoles, enero 26, 2011
San Timoteo y San Tito, Obispos (Memoria)

Primera Lectura:
Salmo Responsorial:
Evangelio:

II Timoteo 1:1-8 o Tito 1:1-5
Salmo 110:1-4
Marcos 4:1-20

Meditación:

La parábola de la semilla encierra algunas paradojas. ¿Es posible que las piedras o las espinas se conviertan en terreno fértil para los granos? ¿Qué sentido tendría echar la semilla entre rocas y espinas si no hubiera posibilidad de germinar y de dar fruto? Con la gracia de Dios nuestro corazón estrecho puede ensancharse, el alma dura puede ablandarse, los cardos del propio carácter pueden limarse. ¡Cuánta esperanza nos da esta verdad! Podemos lanzarnos a la conquista de virtudes y metas espirituales porque tenemos toda la gracia de Dios de nuestra parte. Por eso se puede decir que el cristiano es un hombre y una mujer de esperanza. El que tiene fe sabe que no está solo. El Señor en el evangelio nos dice que el sembrador esparció la semilla en la vereda, en el terreno pedregoso, donde había poca tierra, entre las espinas y finalmente en tierra buena… no importa cómo seamos o qué tipo de tierra sea nuestra alma, Dios derrama sus gracias sobre cada uno de nosotros. Dejemos que su amor nos toque para que pueda transformarnos.

Reflexión apostólica:
Caer en tierra y morir es el camino para dar fruto. Así como el grano muere y se transforma en una espiga dorada cargada de fruto, así nosotros hemos de saber renunciarnos a nosotros mismos para configurarnos con Cristo. De esta forma, nuestra misma muerte será un morir para resucitar con Cristo, seremos entonces esos hombres nuevos de los que nos habla el Evangelio.

Propósito:
Buscar tiempo para ayudar a alguien a quien me cuesta aceptar.

Diálogo con Cristo:
Señor, no permitas que en mi vida se vaya ahogando la semilla de la fe, concédeme descubrir cuáles son esas piedras, esos espinos que la impiden crecer, haz que me deshaga de todo lo que seca la tierra de mi alma y me impide dar frutos de oración, de apostolado, de caridad.

27, 2011

Jueves, enero 27,2011

Primera Lectura:
Salmo Responsorial:
Evangelio:

Hebreos 10:19-25
Salmo 24:1-6
Marcos 4:21-25

Meditación:
En el rito del bautismo se entrega una vela encendida desde el cirio pascual. Esa luz simboliza la luz de Cristo resucitado. El bautismo nos reviste de Cristo, nos hace hijos de Dios y nos convierte en luz del mundo. El evangelio es muy expresivo y nos pone la imagen de la vela metida debajo de una olla o de una cama. ¡No podemos esconder nuestra fe en Cristo! Todas nuestras obras han de transmitir que creemos en el Señor. Pero no sólo se trata de crecer en la vida de fe, debemos conducirnos de tal manera que cuando lleguemos al final de nuestra existencia el Señor nos encuentre con la llama de la caridad encendida y ardiendo entre las manos. El evangelio nos dice que pongamos atención. Nuestro Señor sabe con qué frecuencia nos distraemos por las cosas que se nos presentan en la vida, por eso nos alerta y nos invita a centrarnos en lo esencial, es decir, en la caridad. Qué fórmula tan sencilla nos da para vivirla: tratar a los demás como queremos ser tratados.

Reflexión apostólica:
Es necesario pedir a Dios todos los días que nos aumente la fe, la esperanza y la caridad. Las virtudes teologales son el fundamento de toda nuestra vida espiritual, son las que fundan, animan y caracterizan el obrar del cristiano. El auténtico apóstol se esfuerza por cultivar y acrecentar estas virtudes en la propia vida.

Propósito:
Tratar a los demás como quisiera ser tratado.

Diálogo con Cristo:
Gracias Señor, por el don de la fe, por ella creo en lo que Tú nos has revelado; gracias por la esperanza que me hace aspirar a alcanzar la vida eterna como mi única verdadera felicidad; gracias por el don de la caridad, por la capacidad que has puesto en mi corazón de amarte y corresponderte.

Viernes, enero 28, 2011
Santo Tomas de Aquino, Presbítero, Doctor de la Iglesia (Memoria


Primera Lectura:
Salmo Responsorial:
Evangelio:

Hebreos 10:32-39
Salmo 37:3-6, 23-24, 39-40
Marcos 4:26-34

Meditación:
Lo que el alma es en el cuerpo, eso mismo son los cristianos en el mundo. El alma se halla extendida por todos los miembros del cuerpo, lo mismo que los cristianos por las ciudades del mundo. El alma habita desde luego en el cuerpo pero no procede de él: así también los cristianos habitan en el mundo pero no son del mundo (Jn 17,16). El alma invisible está encerrada en la cárcel del cuerpo visible: igual que los cristianos, se ve que se mueven por el mundo, mientras que su piedad para con Dios es invisible. La carne persigue y hace la guerra al alma sin haber recibido agravio alguno de ella, sino porque la prohíbe disfrutar de los placeres: igualmente el mundo odia a los cristianos, no porque hayan recibido agravio alguno de ellos, sino porque se oponen a sus placeres. El alma ama a esta misma carne que la odia, y a sus miembros: también los cristianos aman a quienes los odian.
El alma se encuentra encerrada en el cuerpo, pero es ella la que mantienen unido al cuerpo. Así también los cristianos se ven detenidos en el mundo como en una prisión, pero son ellos los que lo mantienen unido. El alma inmortal habita en una tienda mortal; y los cristianos peregrinan en medio de las cosas corruptibles esperando la incorrupción celestial (1Co 15,50)... Dios fue quien los puso en tan noble condición, y no les está permitido desertar de ella.

Sábado, enero 29, 2011
Misa votiva de la Santísima Virgen María

Primera Lectura:
Salmo Responsorial:
Evangelio:

Hebreos 11:1-2, 8-19
Lucas 1:69-75
Marcos 4:35-41

Meditación:

También nosotros navegamos en un lago en el que no faltan ni viento ni tempestades; las cotidianas tentaciones de este mundo casi hunden nuestra barca. ¿De dónde viene esta situación sino de que Jesús duerme? Si Jesús no durmiera en ti no sufrirías estas tempestades, sino que gozarías de una gran tranquilidad interior porque Jesús estaría velando contigo.

¿Qué quiere decir: Jesús duerme? Quiere decir que tu fe en Jesús está dormida. Se levantan los huracanes en el lago: ves prosperar a los malvados y sufrir a los buenos; hay una tentación, un choque de las olas. Y en el interior de tu alma dirás: «Dios mío, ¿dónde está tu justicia si los malos prosperan y los buenos se sienten abandonados al sufrimiento?» Sí, tú dices a Dios: «¿Es ésta tu justicia?» Y Dios te contesta: «¿Es ésta tu fe? ¿Qué es lo que, en efecto, te he prometido? ¿Es que te has hecho cristiano para tener éxito en este mundo? ¿Te has atormentado por la suerte de los malos aquí abajo siendo así que no conoces su suerte en el otro mundo?»
¿De dónde proviene que hables así y te veas sacudido por las olas del lago y por el huracán? Es porque Jesús duerme, es decir, que tu fe en Jesús se ha adormecido en tu corazón. ¿Qué harás para ser liberado de esta situación? Despierta a Jesús y dile: « Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Las incertidumbres de nuestra travesía por el lago nos perturban; nos hundimos. Pero él se despertará, es decir, volverás a tener fe, y con la ayuda de Jesús, reflexionarás en tu corazón y te caerás en la cuenta de que los bienes concedidos hoy a los malos, no durarán. Sus bienes, o bien se les acaban en esta vida, o bien deberán abandonarlos en el momento de su muerte. Pero para ti, por el contrario, lo que se te ha prometido durará por toda la eternidad... Da pues, la espalda a lo que acaba en ruina, y vuelve tu rostro hacia lo que permanece. Cuando Cristo se despierte, el huracán ya no sacudirá más tu corazón, las olas no hundirán tu barca, porque tu fe mandará a los vientos y a las olas, y el peligro desaparecerá.

Domingo, enero 30, 2011
Cuarto Domingo del tiempo ordinario

Primera Lectura: Sofonías 2:3; 3:12-13
Salmo Responsorial:
Salmo 146:6-10
Segunda Lectura:
I Corintios 1:26-31
Evangelio:
Mateo 5:1-12

Meditación

Este es uno de los pasajes del Evangelio que más ha conmovido al mundo a lo largo de los siglos: las bienaventuranzas. Nadie jamás en la historia se ha atrevido a proclamar “dichosos” a los pobres de espíritu, a los limpios de corazón, a los mansos, a los misericordiosos, a los perseguidos…

¿Hay un ideal más alto que el que Cristo nos propone? En Él está la respuesta a las ansias más profundas de nuestro corazón, sólo en el Evangelio de las bienaventuranzas se encuentra el sentido de nuestra vida. ¿Vivimos de acuerdo a esta verdad?

Si queremos seguir a Jesús hemos de vivir las bienaventuranzas. Cada una de ellas puede ser practicada directa y plenamente en nuestra existencia cotidiana. Todas las situaciones humanas que vivimos día con día están encerradas en ellas. Para ser auténticos cristianos, estos consejos de Jesús han de marcar nuestro estilo de vida.

¿Cómo hacer vida este mensaje de Cristo? Por un lado, hemos de descubrir el sentido del sufrimiento humano a la luz de la eternidad. Descubramos en las propias aflicciones y en las de los demás, el valor salvífico del dolor. Seamos realmente pacíficos, y mansos. No se trata de cobardía, sino del auténtico valor espiritual de quien sabe enfrentar los problemas, no con ira, no con violencia, sino con benignidad y amabilidad, venciendo siempre el mal con el bien, a ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo.

Reflexión apostólica
La situación del mundo y de la Iglesia nos impulsa al compromiso. Es la hora de ser audaces, de tener esperanza, de vivir el Evangelio.
Sólo viviendo con el espíritu de las bienaventuranzas podremos transformar el mundo y llegar a ser verdaderamente santos. Que las bienaventuranzas caractericen toda nuestra persona como cristianos.

Propósito
El día de hoy viviré una de las bienaventuranzas como el único camino hacia la verdadera dicha.


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