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Reflexión:
Nos puede ocurrir que, al igual que la mujer del evangelio, estemos encorvados por nuestros pecados. ¿Qué cosas están impidiendo ahora que tenga mi mirada levantada a Dios? ¿Qué peso llevo sobre mí que me impide hacer el bien, estar disponible a los demás,…?
Hoy es un buen día para volver mi mirada a Dios y pedirle ayuda para empezar de nuevo. Él está deseando curar nuestro pecado y devolvernos la alegría de sentirnos libres de toda carga.
Propósito:
Haré un buen examen de conciencia para ver lo que me está alejando de Dios y me acercaré al sacramento de la confesión.
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